miércoles, 28 de septiembre de 2011

Imprescindibles: Drácula de Francis Ford Coppola



Francis Ford Coppola lo volvía a hacer. Después de sonados fracasos financieros como la desastrosa Apocalyse Now, llegaba en 1992 con Drácula. Una película, que si bien no es su obra maestra, (de momento el honor es para la trilogía de El Padrino), si es un claro ejemplo de lo grande que es este director. En esta ocación, nos ofrece la mejor adaptación de la novela de Bram Stoker, una historia de vampiros y de sangre. Pero sobre todo, una historia de amor.
Amor. Sí. Quizá la mejor película de amor de todos los tiempos, en la que el conde Vlad es condenado a vivir eternamente como un no-muerto después de rechazar sus creencias debido a la muerte de su amada. Muchos años después, el destino le devolverá a su amada en el cuerpo de Mina, una bella mujer y prometida de un joven secretario, que acude a su castillo con el fin de tramitar la venta de unos terrenos que el conde compra en Londres. Su lucha por el amor eterno le llevará al Londres de finales del siglo XIX, (magníficamente bien creado, con una fotografía espectacular), donde cometerá verdaderas atrocidades con un único fín: que su amor regrese a su casa y vivan juntos para siempre.
Son varios los argumentos para que esta cinta sea imprescindible. El primero lo he dicho ya, la mejor adaptación de una novela cargada de amor, de amor puro, con toda su belleza. Y destrucción.
La música. Una banda sonora compuesta por Wojciech Kilar, famoso por su trabajo en El pianista de Roman Polanski y La Lista de Shindler ,que crea una melodía desgarradora, que empieza desde la oscuridad gracias al sonido imparable de los sonidos de cuerda y que termina con una melodía amable y tranquila pero con un transfondo de horror que envuelve toda la historia. Una banda sonora que culmina con el éxito Love Song for a Vampire, de Annie Lennox. Una canción que refuerza el amor de esta película. "Pues no existe en todo el mundo, un amor mayor que el mío".




Los actores. Anthony Hopkins, Winona Ryder... pero muy especialmente Gary Oldman, injústamente tratado, merecedor de, al menos, una nominación al Oscar por esta película en la que llegó a bajar una Octava su propia voz y que en España se tuvo que recurrir a dos dobladores distintos para igualar el registro. Un personaje que es capaz de enamorar y aterrar a la vez. Una interpretación irrepetible.
Un clásico del cine, que te enamorará, con un gran vestuario y una bella puesta en escena. No os arrepentireis.

CURIOSIDADES:
  • Coppola quiso reunir a los actores en su casa mucho antes del rodaje para que convivieran y tuvieran experiencias juntos. Entre esas experiencias figuraba la lectura conjunta de la novela de Bram Stoker, lo cual les llevó 2 días completos, según el propio Anthony Hopkins. Tras dicha lectura, se les pidió a los actores que aportaran ideas para la película, lo cual acabó cambiando por completo el guión original. Según Winona Ryder, que dió a conocer dicho guión al propio Coppola, en principio se trataba de un texto muy filosófico y casi meditativo (narrado en 1ª persona) y no presentaba para nada la estructura que acabó teniendo al final. Uno de los añadidos principales de Coppola fue el prólogo en el que se relaciona la figura histórica de Vlad Tepes, o Vlad el Empalador, con el personaje creado por Bram Stoker.
  • El extraño cochero que recoge a Jonathan Harker para llevarle al castillo de Drácula también fue encarnado por el propio Gary Oldman. La película coincide en ese punto con la novela de Stoker, en donde se insinúa que es el Conde mismo quien conduce su coche de incognito.
  • Antonio Banderas fue candidato al papel de Drácula, siendo descartado finalmente cuando sólo quedaban tres posibles actores para el papel. El otro candidato fue Jeremy Irons. El motivo por el que no logró ser el elegido fue que no quedaba convincente hablando inglés con acento rumano. Años después llegó su consolidación como estrella de Hollywood interpretando precisamente a otro vampiro en Entrevista con el vampiro

lunes, 26 de septiembre de 2011

Larry Crowne, nunca es tarde



Larry Crowne , (TomHanks), es un hombre de mediana edad, simpático y feliz que es repentinamente despedido en su empresa debido a la crisis económica. Sin saber que hacer, decide empezar una vida nueva y aprovechar su tiempo y dedicarlo a estudiar en la universidad. Allí conoce a Mercedes Tainot, (Julia Roberts), su profesora, de la que sorprendentemente se sentirá atraído. Será en este punto cuando comience para él una vida nueva.
He de reconocer que el mensaje es bueno. A Larry lo despiden por no tener estudios, porque sin ellos no puede avanzar en su empresa. Él decide poner remedio y matricularse en la universidad. Podría parecer una película de superación, optimista y alegre, pero no es así. A Larry Crowne le faltan muchos matices en el guión y peca de ingenua en muchas ocasiones. Una lástima y una oportunidad perdida.
Tras una primera parte bastante pésima, (incluído el despido, que debería ser uno de los momentos claves y que se convierte en un fiasco absoluto para el espectador debido a unas gracietas sin sentido y repetidas en el cine una y otra vez) la segunda levanta un poco el film, solo lo justo, gracias a algunas miradas de resignación de Julia Roberts y a los momentos más cómicos de la cinta con el profesor de economía Dr. Matsutani, (interpretado por George Takei).
Una pena en todos los sentidos, pero especialmente por los actores. Dos grandes, él mejor que ella, que en la última década han caído en una profunda crisis. Considerado como el mejor actor de los años 90 gracias a títulos como Philadelphia, Forrest Gump, Salvar al sodado Ryan o Naúfrago, Hanks ha perdido algo de luz en su imágen y ya no luce como antes. Julia Roberts, encasillada siempre en los mismos papeles, vuelve a hacer lo que sabe hacer, sin más. Y eso ya no es sorpresa.

Una película con las bromas justas para pasar el rato. No se puede esperar más de ella a pesar del reparto. Una lástima.

lunes, 19 de septiembre de 2011

La piel que habito de Pedro Almodóvar



Las luces del cine se encienden y entonces el silencio y la congoja se apodera de nosotros durante unos minutos.

-¿Te ha gustado?- me preguntan.
-No lo se- respondo yo.

Pasan los minutos y la mente se descongestiona, poco a poco. Recuerdo algunas escenas, me estremezco y es ahí cuando contesto:
- Sí, me ha gustado. Y mucho además.
Querido Almodóvar, hago las paces contigo. Me rindo. Me has ganado, ya está, lo he dicho. Si bien es cierto que su filmografía de los años 80 y 90 no es santo de mi devoción, (Matador, La ley del deseo, Átame, Tacones Lejanos, Carne trémula...),la última década ha conseguido depurar su técnica, (la suya propia), reinventarse a sí mismo y perfeccionarse hasta la maestría con títulos como Todo sobre mi madre, Hable con ella, Volver, (genial) o Los abrazos rotos. En la Piel que habito vuelve a demostrar su genialidad con una cinta íntima y grotesca, cruel y despiadada que, si bien podría rozar lo esperpéntico, no cae en la deshonra debido, seguramente, a lo bien contada que está, con dos partes muy diferenciadas que se complementan a la perfección y con un desarrollo absolutamente sorprendente que deja entre ver, eso siempre, que ésta es una cinta de Pedro. Al final llega esa sensación almodovariana que uno siente en todas sus películas. Todo un logro. Y un síntoma de que este hombre es un genio.


 

A destacar los actores. Todos. Antonio Banderas borda un papel que suena a Goya y que logra, por primera vez, poner de acuerdo a los críticos ante su grandísima interpretación. Elena Anaya, enorme, que sale del entuerto por la puerta grande y Marisa Paredes y Jan Cornet, secundarios de lujo que estarán presentes, si de verdad la Academia y Almodóvar están reconciliados, en la lucha por los Goya. Al igual que la música, compuesta por el gran Alberto Iglesias, (no podía ser otro) y que se pasea por la película a sus anchas con una perfección absoluta.

Una de las grandes películas del año que dará que hablar durante un tiempo.

 
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